martes, 17 de septiembre de 2013

Etapa III


Bari-Mojkovac

Luego del corto pero reparador sueño en el ferri y después de pasar por aduana en la ciudad de Durrës, salimos a dar una pequeña vuelta y paramos a tomar un café y un croissant en el primer local interesante que encontramos a nuestro camino, ya sentados y en compañía de un famélico caballo que recordaba días mejores a la espera de descansar en paz y que parado en medio de la calle no dio un solo paso durante nuestro desayuno, disertamos sobre las diferencias sociales entre países vecinos que a solo pocos metros de separación y una frontera virtual sobre el terreno, que no significa nada, marcan enormes diferencias en la calidad de vida de sus habitantes. Albania es el caos personificado, al menos en sus carreteras y en algunos de sus servicios básicos, nada está en su lugar ni hecho de forma apropiada y el contraste con Montenegro, a unos pocos kilómetros, es inmenso y desconsolador.
Apartando esta realidad abrumadora el país es pintoresco y con paisajes hermosos, las calles de Durrës, Tiranë, Lezhë y Shkodër, las ciudades por donde pasamos, bullen en la actividad comercial de sus habitantes y el tráfico de peatones, bicicletas, burros y todo tipo de vehículos motorizados que circulan en cualquier dirección sin orden aparente, y los Mercedes Benz en cualquier estado de conservación son de largo sus vehículos favoritos.
Grandes planicies cultivadas cubren la casi totalidad del terreno entre las montañas al Este y el mar Adriático al Oeste, con ruinas de castillos o asentamientos con mas de 35 siglos de antigüedad por donde sea que detengas la vista. Al mediodía tratamos de parar a comer el tavë kosi (cordero al yogur) en una de esas terrazas que construyen a lo largo de los ríos con fantásticas vistas, pero por problemas de comunicación con el mesonero terminamos comiendo solo una ensalada Griega y un plato de salsa de yogur (sin el cordero), eso si, muy barato, al cruzar la frontera solo habíamos gastado menos de diez € entre los dos.


 


Montenegro es otra cosa, y lo percibes al recorrer solo unos pocos metros desde su frontera con Albania, la carretera a Bar desde la frontera es una delicia para el motorista, enlazamos curvas sin parar con una sonrisa en la cara hasta llegar a una playa de Bar, la primera ciudad que visitamos y donde paramos a tomar un café y comentar las bellas vistas, luego salimos en dirección a Mojkovac y un poco cansados acortamos el trayecto planeado por el túnel, cruzamos el lago Shkodra con sus grandes marismas y al pasar Podgorica y adentrarnos en los cañones del río Morača tomamos un desvío que subía la montaña de la zona de esquí de Kolasin, las vistas fueron increíbles durante todo el trayecto, pero el camino fue mucho mas largo de lo esperado y nos cubrió la noche, con hambre por haber comido solo una ensalada paramos en lo que parecía una posada para los camioneros de una maderera y comimos lo que había, gulasch de ternera,   de lo mejor del viaje hasta ahora e inolvidable, nos recibieron de manera muy especial y con una calidez inesperada en un local solo hecho de madera y piedra y de una arquitectura pulcra construido sobre lo que parecían ser estanques de piscicultura.
Terminamos el camino empezado con la ayuda de las recién instaladas luces en la GS de Andreas y paramos en el primer hotel con el que nos cruzamos en el pueblo de Kolasin sin dar tiempo a llegar a nuestro destino final Mojkovac, mañana será otro día…

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